3 de julio de 2011

Cuando somos necios..

En serio, discúlpame, disculpa mi orgullo. Yo también lo odio, lo detesto, pero a veces no sé cómo alejarlo de mi, no sé..

Te quiero y dime ahora qué puedo hacer sin ti, si cada vez que hablamos, que nos miramos, que escucho de ti, todo es sencillamente agradable, no hay nada que me moleste, contigo dejo a un lado mis amarguras, mi molestia continua y la locura que llevo conmigo.

Te echo de menos desde el primer momento en que me despido, te echo de menos tan rápidamente que no sé qué pensar. Dime, qué puedo hacer, qué hago contigo y qué hago sin ti..

No veo manera, me siento vacía, es una rutina pésima sin ti. Odio decirlo, más es real.

Te quiero y lo sabes, sabes también que te extraño. Sabes que te necesito.

Vale, si pudiera ir a buscarte lo haría sin pensarlo. Te abrazaría y sin soltarte te dijera lo mucho que te extraño, pero qué si me siento tan impotente ya que tan sólo quedas presente en mi mente, y detesto eso.

Es tan aburrido sin ver como se abre la ventana del msn con tu nombre, es tan aburrido sin verte aparecer en la cronología del Twitter, o el inicio del Facebook, o simplemente sin verte conectado. TODO ES ABURRIDO sin ti.


3 comentarios:

  1. Fíjate qué contradictorias somos. "Se nos va" el orgullo por delante, por aquella necesidad inconforme de sabernos queridas. Y se va delante, justamente, a espantarnos las oportunidades.
    Pero eso no tiene que ser siempre así, ¿cierto?

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  2. También pienso eso, y creo que muchas veces actuamos así por miedo, porque pensamos que de esa forma ellos vendrán..

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