30 de octubre de 2014

Té de jengibre

Qué absurdo creerse indispensable, abrazar la posibilidad de ser inminente, considerar cualquier fenómeno. Mirarte en el espejo falso del olimpo, sentirte allí, amar allí. 

Siempre resulta curiosa la mentira, tan interesante que pica para hurgar dentro de ella, para luego descubrir que estás abismal, a años charcos de distancia... Lejos, muy lejos.

Qué ingenuo creerse indispensable, sentirse parte de todo, tomarse personal cuando el brillo del sol roza tu piel ajena.

Resulta similar.El mismo fin: Media vuelta, un paso atrás del sol. Allí no tienes velas, así que regresas por el camino azul profundo, descendiendo por la baranda de tonos agudos y melancólicos.

Y vuelves otra vez a tu casa solitaria, diciéndole a Peter que la ventana está cerrada y que en la puerta hay una trampa para ratones, mientras maullas junto a ella el himno de que nada pasará.

Y justamente, nada pasa.

21 de octubre de 2014

Campo de pulpos

La mañana que desperté con un pulpo sobre el corazón, fue la misma mañana en la que amaneció octubre retrógrado con sus angustias y sus simulacros de evacuación.

Recuerdo aquel domingo posesivo. El pulpo se aferraba a mi corazón y yo me aferraba a una memoria que conmovía mi alma. Lo amargo de la soledad sólo se disimula con café, así que corrí por mi taza en la que yace toda la flora de mis mejores historias y en medio de un sorbo, apareció sorpresivo el relámpago de todas las ausencias.

Frente a la ventana de persianas doradas, con mi café vanguardista entre mis manos, repasé mi monólogo más sombrío, el discurso más verdadero en el que pido paz incesantemente, porque en este espacio vacío sólo tengo la tristeza como tiro en pecho, sólo tengo el silencio como basura en el ojo y la soledad como callosidad en los dedos.

Todo es tan sensible en este punto. ¡Dame paz! y no aprietes tanto el corazón, por favor.

20 de octubre de 2014

En la carretilla

Ya he conocido a esa gente triste que camina pisando el velo de pensamientos corrosivos, pisando minas, pisándose ellos mismos

Esos que cabizbajo, se bañan cantando sus penas
 
Ya los he visto, los he oído hablar, intentando con frases controversiales querer sacar el monstruo que llevan en si
 
Los he visto caminar enloquecidos, no siendo más que el espacio vacío que son, porque es a lo que se resumen

He visto sus sonrisas apretadas, cansadas, que salen aún sabiendo que nada cambiará pero con la que se aferran a la vida
 
Los he sentido en mi pecho, silenciosos, taciturnos, aislados. Estando pero a la vez no, con la cabeza vencida, con las manos frías
 
Con el azul corazón como Grecia. Hechos café de madrugada y con cigarrillos como héroes

Los he oído relatar epopeyas, relatar sus fantasmas, relatarse ellos mismos: porque sino explotan, lo juro que explotan

Y ya los he visto luego, como Hiroshima. Ya los he olido, como cualquier versión barata de Chernobyl

Ya los he tocado empapados en sus dudas, ahogados, perdidos
Buscando un hombro, buscando a alguien o no buscando a nadie

Sí, son esa gente triste que camina por aceras, que camina y sólo camina
 
Que se suicida cada vez que recuerda, cada vez que extraña, que añora. Que se une a la oscura parte del sol

He vivido en sus soledades eternas, en sus soledades concurridas, en sus soledades tan reales como el cartón
 
Y he podido amarlos, salvar el amor propio, amar la lluvia de colillas de cigarrillos llenos de poesía para desechar los lunes 
 
incluída la lucha por sostener sus manos temblorosas de olor a otoño sombrío que te sorprenden cuando te miras al espejo.

Amar

Si encuestas al alba y cantas, silbas, saltas.
Si intentas convencer al aire y te ríes con él.
Si te reflejas en la sombra y la historia de las 6
se la relatas al café.

Si sonríes cada tanto en tus soliloquios y
luces como acróbata cuando el sol se marcha.
Si huyes de los osos hormigueros,
protegiendo tu estómago.

Si tienes más de 10 minutos de retraso 
de tu sueño.
Si te conviertes en marino y se mezclan
las olas con el ancla

Si tu letanía es un nombre
y te resumes, incesante,
en cada verso del noticiero
ya le encontraste la quinta pata al gato

Maullido a medias

No, no logro entenderlo
Vi de pronto una imagen,
muchas imágenes más:
La vía, aceleración,
la poca claridad,
todo atroz, fugaz

¿Dónde está la buena vía?
Voló. Zarpó,
seguramente
No dudó en escabullirse del trono

Tengo un poco de frío
Recuerdos que me hablan, alguien, tú...
Ahora siento mis mejillas con hormigas,
me siento como dormida.

Te diviso lejos y así sé
que no eres en realidad tú
Estas cosas me dan sueño, pero en cambio,
hoy quise llorar

De cualquier modo el secreto tóxico de
diamante y de cristal es la cara del sol
No creo que haya nadie, ni siquiera
acá abajo, donde no sé si soy yo

Y me siento confundida
A dónde me dirijo, acaso.
No tengo pies ni brazos
y no te asomes porque te irás

Yo la vida, tú quién sabe

El loco de cualquier forma es bello,
aunque le espante el maullido de
un gato y suela usar pleonasmos
cuando yo le hablo de universos

Se siente vacío y un poco extravagante,
el exceso es la utopía

Te dejo porque ya me estoy
viendo repentina
y no quiero admitir el espejo
Estoy como cualquier homicida,
sintiendome vulgar, espacial

En alguna otra latitud si no fuera
por los huesos pesados retenedores
Ah, dame paz.
Todo está un poco gris y lento

¿Qué piensas de mi colección
de miradas que te mostré fugazmente
porque el tiempo es corto?

Ha disminuído todo hace tanto,
hace tanto y cuando la imagen cambia,
cambiamos.

Eres tú, frágil pétalo erizado...
Vuelve a convertirte en aire,
no me dejes sola