19 de mayo de 2014

Estratósfera

Sospecho que es el típico
desvarío hormonal mensual.

No podrían sentir
el pálpito o el júbilo
con que mis vísceras gritan
con furor.

Quizás también con una pizca
o con la melancolía propia
de los días fríos, congelados,
en los que te sientes más Plutón
-¿Alguien sabe que se ha hecho Plutón?-

Y el grito es extenuo,
acá dentro
y aun así
no entenderían.

Capaz pasasen como palabras de lunes,
de avenida,
de reproche de madre,
de centello de noticiero.

Hasta resulta atípico el hecho
con que sentí aquel balbuceo aortal,
aquella corriente submarina...
Sí, aquella necesidad de ser querida

A qué distancia,
acaso,
podría estar de aquella estación primaveral,
afrodisíaca, exótica.

A años luz,
parece,
o alguna curva cada vez más alejada
de Fibonacci.

A veces se llega tarde a la degustación de flores
pero en esos casos siempre preferimos guardar silencio
porque cuando se habla de uno
quedan unos cuentos borrones, espacios vacíos

De vez en cuando uno queda con la resaca
de una melodía no aprendida
o tarareando la maravillosa explosión
de las entrañas amorosas de otros

Dicen que uno está lleno de plazas
y que tenemos una constructora de puentes
Parece que es lo único
que nos acompañará siempre

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