En la atrocidad nosotros nunca olvidamos
Pero tampoco olvidamos en la virtud, ni en el paraíso
y menos en los espléndidos amaneceres
de soles coloridos
artistas de pupilas radiantes
o frente a auras que marcan el espíritu para siempre.
En la majestuosidad nosotros nunca olvidamos
ni en las explosiones de palabras sorpresivas
ni en los paroxismos amorosos;
tampoco en las erupciones de tacto
intensas, fugaces, pero siempre eternas.
En la vida nosotros nunca olvidamos
ni olvidamos en la muerte
ni en la lenta resurrección
de vuelta a la misma vida
en la que nunca nada olvidamos.
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