28 de marzo de 2014

Malestar de las dudas


Cuánto se piensa...


Claro, uno nunca deja de reproducir ideas. Debe siempre existir un autoconcepto, la idea de nosotros mismos: Abismo, primavera, sol, cima, cero, caos, Plutón a la deriva, 9.8m/s2 o generación espontánea.. Quién sabe, también escoria, oro, charco, ala o excesos de la primera ley de Newton.

No me crean, sucede muy a menudo que este término propio como el ADN se desconoce. Se desconoce como lo que puede pasar pasado mañana o lo que sucede en medio de la selva en Vietnam. 

Al desconocernos tampoco existe el autovalor: es nulo. 
Al no valorarnos, nos es tan fácil adorar la autodestrucción. Es un círculo vicioso que nos lleva a autodestruírnos en una cadena ininterrumpible e infinita de ideas tóxicas

Nadie entiende nada, ni conoce. Aún con lo poco que conocemos, seguimos siendo inconformes (¡Es justo!) Somos tontos, metiches... ¿Quién delimita, acaso? ¿Quién es absoluto? (Nadie) pero igual nos hacemos la pregunta. 

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